El inicio del año 2003 fue bastante difícil, pero los dos meses de paro nacional no me hicieron parar a mí. Ya había comenzado a preparar mi ida de Venezuela a Italia, había ganado una beca del Ministerio de Relaciones Exteriores italiano para estudiar un master en "Narratologia e Media" en la Universidad de Urbino. Pero en el tiempo muerto tenía que hacer algo.
Por esos tiempos tenía una idea que me daba vueltas en la cabeza: hacer un corto basado en un cuento de Cortázar con mis amigos que estaban sin trabajar a causa del paro. Mi primo, Luis Duque, fue quien más me apoyó más en esta idea, así como Guaritoto y Luis "Foncy" Godoy de Katara Productions, que se encargaron de la parte técnica. En el equipo tuve el privilegio de contar con el gran sonidista y amigo Josué Saavedra... quien ha hecho quien sabe cuantos largos en su vida.
Los actores que participaron también fueron un lujo, todos amigos claro está. Antonio Delli, que interpretaba el rol protagónico, Luis Carreño, coprotagonista, y entre los secundarios estaba mi gran amiga Malena González, William Cuao y Carlos Arraíz.
Pero yo creo que lo más valioso del corto no fue que se hizo en dos días prácticamente sin dinero, sino que lo grabamos con unas camaritas que eran unas generaciones anteriores a las pinhole, y que se habían usado para un reality show. Cada cuadro estaba compuesto a su vez por cuatro cuadros más, es decir que en mis storyboards 1 plano estaba compuesto por 4 puntos de cámara diferentes; por estos motivos montar un plano era una odisea, y el Duque fue quien me ayudó muchísimo a resolver los problemas -tanto narrativos como técnicos- que nos íbamos encontrando en el camino.
La mayoría de los planos se grabaron con las cuatro cámaras al mismo tiempo. Estas, colocadas cada una en puntos diferentes de la casa- transmitían contemporáneamente la señal a un aparato -prácticamente como los que usan los sistemas de vigilancia de circuito cerrado- que dividía la imagen en cuatro y se registraba en un recorder en MiniDv. La fotografía lógicamente no podía ser la gran cosa visto la calidad de las cámaras, pero tenía la versatilidad de poder ponerlas y moverlas como quería. Fue un experimento técnico bastante interesante, porque no siempre el cuarto cuadro se grababa al mismo tiempo que los otros, sino que se insertaba luego en la edición, y aquí fue Luis Godoy quien dió muchísimo a la hora de editarlo.
Tengo que agradecerle a Katyna Henríquez que nos prestó su casa para rodarlo, e hizo la fotofija. Carlos Brito nos preparó de comer, Maya Gacía y Jorge Sucre echaron una mano en producción, y mi prima Carmen Lepage hizo la dirección de arte -además consiguió una foto fabulosa de Ana María Yanes que estaba en la sala-. Los créditos los hizo mi amigo Mike Escorihuela, y la música es de Famasloop, grupo de Piti González.
Para mí fue una experiencia bastante enriquecedora puesto que nunca había dirigido actores ni a un equipo técnico aunque fuese reducido, a parte de autoproducirlo y cumplir con culminarlo antes de irme a Italia, para no dejar este capricho intelectual incompleto.